
Había una vez un joven llamado Liang que siempre había sido un poco débil y enfermizo. Liang vivía en una pequeña aldea en la montaña, donde todos los habitantes practicaban Taichi para mantenerse saludables y fuertes.
Liang siempre había admirado la habilidad y la gracia de los practicantes de Taichi en su aldea, pero cada vez que intentaba hacerlo, se sentía incómodo y torpe. Muchas veces, se caía o perdía el equilibrio, y terminaba frustrado y desalentado.
Pero Liang no se dio por vencido. Todos los días, se levantaba temprano y practicaba Taichi en la colina detrás de su casa. Al principio, no podía hacer más que algunos movimientos básicos antes de sentirse exhausto. Pero gradualmente, su resistencia aumentó y comenzó a sentirse más cómodo con los movimientos.
Liang seguía practicando, día tras día, semana tras semana. A veces, los otros habitantes de la aldea se burlaban de él por su torpeza, pero Liang siguió perseverando. Comenzó a estudiar libros sobre Taichi y tomó clases con los practicantes más avanzados de la aldea.
Finalmente, después de años de práctica constante, Liang se convirtió en un practicante experto de Taichi. La gracia y la habilidad que alguna vez había admirado en otros, ahora eran parte de su propio repertorio. Se convirtió en un maestro de Taichi y comenzó a enseñar a otros jóvenes de la aldea.
Con su dedicación y perseverancia, Liang demostró que cualquier persona puede superar sus debilidades y alcanzar la excelencia con suficiente práctica y determinación. Y así, su historia se convirtió en una inspiración para todos en su aldea, quienes aprendieron a valorar la perseverancia y la dedicación.